3.6.08

ESCONDITES
El dolor se me asemeja a una matrioshka.
Cuando tienes el coraje de sentarte frente a uno y abrirlo,
aparece otro dentro, escondido.
Normalmente un dolor mas viejo.
Y así sucesivamente. Uno dentro de otro.

Y lo mismo ocurre al revés.
Cada vez que nos negamos a coger y abrir un dolor,
cada vez que seguimos corriendo, huyendo, evitando sentirlo,
es como si lo escondiéramos dentro de una nueva muñeca,
creyendo dejar de verlo.
Hasta que la vida nos da una nueva oportunidad de sanar,
pintando la muñeca con un nuevo dolor, de colores brillantes.
Y podemos una vez mas elegir.
Seguir tapando y repitiéndonos.
O empezar a abrir.
Sentarnos a llorar largo y tendido, para que cuando amanezca de nuevo, salgamos mas ligeros a recibir el día.



2 comentarios:

Meiga en Alaska dijo...

Perfecta metáfora para lo que describes preciosa. o bueno de darse cuenta de ellos es la posibilidad de sanar aquellos viejos dolores.

Te quiero muchísimo y te admiro tremendamente por tu capacidad de enfrentarte a tí misma.

Millones de besos

ana p. dijo...

Tú muñeca estoy segura de que será un arcoiris perfecto de luz y sombras, un lugar fantástico para saborear y compartir, una fuente inagotable de sabiduría, de empatía, de brújula para momentos desnortados. De eso no me cabe ni la menor de las dudas.
Yo también te leo, también te sigo, también me siento cerca de cuánto sientes y experimentas. Sé que el camino es largo y en ocasiones tortuoso, pero necesario y gratificador cada vez que te paras y echas una mirada atrás. Te quiero